Alguna vez fui niño, alguna vez ame en silencio
"Los recuerdos cambian con el tiempo, los días son más lindos al recordarlos porque nuestra mente se encarga de suavisar los errores y conceptualiza mas las cosas, y con el tiempo, no nos quedan recuerdos, solo quedan suaves trazos y sensaciones."
Te miro desde lejos, y espero que aún distante, escuches mis ruegos en silencio. Mientras que en tu sereno caminar, la belleza de tu cuerpo, corona con dulzura los primeros rayos de la mañana. Pero ni la calidez del sol, ni la fría brisa del amanecer, podrán calmar mi tormento. Porque desde que te vi, todo mi ser se quiebra, entre la esperanza de besarte y la desesperación de no tenerte. ¿Adónde te diriges?, ¿Cuáles son tus sueños?, ¿Qué tendría que hacer, para que con un sí, llenes de alegría mi existencia?
Llego temprano, las altas puertas de madera siguen teniendo la imponencia de sus primeros días y se abren lado a lado como majestuosas esculturas de dioses romanos custodiando el paso. Las blancas y gastadas escaleras de mármol se funden con las columnas en las paredes, que aun sostienen candelabros de bronce y grandes espejos. Ni bien atravieso el vestíbulo, puedo observar el luminoso patio central, con vitrales en su cenit y una gran araña que cuida la simetría del espacio.
Todo tiene un extraño aura, y en el silencio de la mañana se pueden escuchar próximos las pisadas, gritos y risas de cientos de pequeños que estudian bellas artes en las aulas.
Tengo dos lugares preferidos, uno es el salón de grabado y el otro es el primer piso, donde el pasillo de planta baja se convierte en un balcón que rodea al patio.
Subo por la solemne escalera mármol, e imagino descendido en el pasado bellas mujeres con largos vestidos de gala. Al llegar a la parte central sus escalones toman caprichosas formas triangulares y un vitró con un dibujo de flor corona la cúpula.
Me siento en la gruesa baranda y apoyo la espalda en la columna, supongo que no ha de estar permitido, y me quedo quieto esperando no ser visto. Todo es luz, todo es silencio, todo es armonía, escucho voces distantes y el calor de la mañana empieza a atravesar los miles de cristales.
El salón de grabado se encuentra en la planta baja, a la izquierda de la escalera. Su alta y delgada puerta pasaría desapercibida a los ojos de majestades y súbditos. En su interior se encuentran inerme las prensas, los taburetes y mesas. Las paredes están descascaradas y llenas de colores, dibujos y frases dejadas por románticos, ocurrentes, graciosos, idealistas, y cualquiera que un rapto de locura artística halla sentido el impulso de trascender en su espíritu. El salón tiene un altillo al que se accede por una escalera situada a la derecha, es pequeño y abierto, con un barandal de madera amarilla y un cartel que advierte no subir mas de tres personas. El altillo es un lugar mágico, y el que sube a él deja por siempre su alma, yo mismo he subido miles de veces, pero nunca he logrado bajar.
Dulce es el viento que calienta nuestro rostro, cuando cerramos los ojos y sentimos la vida. Dulce es mirarte desde aca arriba cuando entras a la mañana, distante, fría, y das vida a la prensa inerme, llenas con tintas de colores las mesas y rodillos, cubres mi alma con blancas luces y apagas el silencio con el sonido de tajantes gubias sobre la madera. Escribí unos versos para ti, están en las paredes y por mas que intenten pintarlas de blanco, siempre estarán ahí, y nunca lograran borrarlos, porque los escribí con la sangre de mi alma.
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