Uno siempre logra ser reconocido por los sueños de la infancia
Me despertó mi padre por un llamado telefónico, salí corriendo a atender casi en paños menores. Entre tropiezos con las ojotas a medio calzar y sosteniéndome el short, logré balbucear un - “Hola, buenos días...”, del otro lado me llegó sin esperar la contestación, -Hola señor Nicolás. En mi casa no están acostumbrados a llamarme por mi segundo nombre, y entre mis conocidos tampoco. Así que en vano, trate de imaginarme quien podría ser a las 9:00 de la mañana. Como el ruido de un tambor, la voz me despertó por segunda vez: –¿Ya están listos los cambios en el activador? Cosa que me desoriento aún más. Hace unas semanas estaba realizando un curso de programación, y en una entrevista me dijeron que si aprobaba la evaluación iban a contratarme. Tratando de despegarme del séptimo sueño trate de identificar que era un “activador” en Java, considerando que podría ser una pregunta de rigor técnico de la gente de recursos humanos de la empresa. “¿Un activador?”, sockets..., threads..., applets... no daba con la respuesta. –¿Un activador? Objeto, como cualquier alumno que se ve un tanto desorientado por las preguntas difíciles. – Sí, los cambios en el activador. Responde el hombre del otro lado –No recuerda lo que hablamos el sábado?. Si las cosas venían difíciles ahora se me complicaban más. ¿El sábado? ¿Con quién hable el sábado?. El sábado estuve en la casa de mi novia, y por supuesto hable con ella, con los padres, con el hermano y con el sobrino, y estoy seguro que por más que este dormido podría reconocer sus voces. ¿Con quién hable el sábado?, Y de un “ACTIVADOR???!!!”. Sin respuesta trato de responder cortésmente, viendo si obtenía más datos sobre el asunto –¿Disculpe, con quién quiere hablar? –¡Con el señor Nicolás, el inventor!. Las respuestas ya venían cargadas de un poco de bronca. Cada respuesta me desorientaba más, de chico quería ser inventor, pero como es bien sabido, no hay ninguna carrera en la facultad o terciario en el cual uno aprenda a ser inventor. Entonces, ¿por qué alguien iba a llamarme por mi segundo nombre diciéndome que era un inventor? En fin aún no me cerraba el asunto de la conversación del sábado, y mientras trataba de hacer cerrar en mi mente toda la situación, murmure sin darme cuenta: -...el sábado? A lo cual me llegó una fuerte respuesta: -Sí, el sábado, en el Mercado Central. ¡Y ahí me cerro el asunto! Podría llamarme Nicolás, podría estar preocupado por saber que era un “Activador”, podría, aunque como sueño de la infancia querer ser inventor, pero estoy seguro de no conocer el Mercado Central. Tratando nuevamente de ser cortés a pesar de los casí gritos, pregunto nuevamente: -Con quién quiere hablar? –Con el señor Nicolás, el inventor, ¿usted no tiene una patente de un ACTIVADOR? –¡No!.
No sé si colgó antes de que le dijera “se equivoco de número...”.
No sé si colgó antes de que le dijera “se equivoco de número...”.
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